-Pero yo no sé leer –me dijo Akira, muy convencida, cuando le pedí que siguiera leyendo ella solita, así yo iba con los otros niños, que también estaban invitándome a leer algo.
-Sí sabés leer -me volví para mirarla a los ojos, con la misma seguridad.
-No, no sé -volvió a plantarse.
-¿Querés que te muestre que sabés?
-…
De mi parte tenía el momento que acabábamos de compartir: ella absorta, siguiendo en detalle las ilustraciones, y yo leyéndole el libro que ella misma había elegido entre un montón de montones de posibilidades.
Entonces, los niños que también me invitaban, tuvieron que esperar todavía más. Y Akira –que no tenía coronita sino un halo que en ese momento pude intuir, y que me decía que ella contaría luego esa historia por el mundo- abrió grandes los ojos, muy seria, y escuchó cómo volvía a leerle ese libro desde el principio, pero esta vez, como si el texto no existiera, solo narrando la historia que las ilustraciones nos contaban.
“Ahora seguí vos”, le dije llegando adonde habíamos quedado la primera vez. Ella tomó el libro, sonriendo, y se fue a ese momento que pude registrar en la foto.
-Sí sabés leer -me volví para mirarla a los ojos, con la misma seguridad.
-No, no sé -volvió a plantarse.
-¿Querés que te muestre que sabés?
-…
De mi parte tenía el momento que acabábamos de compartir: ella absorta, siguiendo en detalle las ilustraciones, y yo leyéndole el libro que ella misma había elegido entre un montón de montones de posibilidades.
Entonces, los niños que también me invitaban, tuvieron que esperar todavía más. Y Akira –que no tenía coronita sino un halo que en ese momento pude intuir, y que me decía que ella contaría luego esa historia por el mundo- abrió grandes los ojos, muy seria, y escuchó cómo volvía a leerle ese libro desde el principio, pero esta vez, como si el texto no existiera, solo narrando la historia que las ilustraciones nos contaban.
“Ahora seguí vos”, le dije llegando adonde habíamos quedado la primera vez. Ella tomó el libro, sonriendo, y se fue a ese momento que pude registrar en la foto.
Era el día internacional del Libro. Hicimos local la celebración en la Biblioteca Popular de Los Hornillos, junto a los niños de la sala de 5 de la escuela del pueblo, por iniciativa y organización de Eli Herrera, mamá de una niña de la sala y compinche de la editorial vecina Tierra del Sur.
Cuando se iban, Akira vino a despedirse tomada de la mano de Brunella, que a su vez vino a reclamarme que no leímos el cuento que ella eligió. Tenía razón, por lo cual solo pude decirle que siempre nos queda un montón de libros por leer… y que le pida a la mamá, al papá, a un hermano más grande, que la traigan a la Biblio, así puede llevarse los que ella quiera... Como para consolarla, ya que mucho no la habían convencido mis palabras, Akira afirmó : “Yo te voy a enseñar a leer”.